miércoles, 11 de marzo de 2015

¿Dejar a tu niño interno?

El otro día, mientras caminaba por ahí, escuché a una Sra. criticar a su hijo adolescente, quien para ella, seguía comportándose como un niño... pensé "es normal que los padres hagan ese tipo de comentarios a los adolescentes, después de todo, quieren verlos crecer... aunque al mismo tiempo quizá no" seguí caminando y más adelante un Sr. hablaba con un conocido suyo burlándose sobre el fanatismo infantil que tienen algunas personas con ciertas cosas, él dijo "parece un niño obsesionado con un carro o un dibujo animado" y lo asocié con el caso del adolescente.

De niños somos de todo, somos bomberos, agentes del FBI, espías, brujas y magos (porque realmente tenemos poderes mágicos) somos millonarios y jefes de una gran corporación dispuesta a acabar con los malos... somos de todo... en nuestros interminables juegos que son interrumpidos por el almuerzo, la leche o nuestro programa de TV favorito.
Pero qué pasa cuando crecemos (o sea, cuando pasamos de primaria a secundaria, porque es otro mundo ¿o no?) cuando las etapas van pasando y las responsabilidades ya no sólo se centran en tender tu cama, lavarte los dientes y tomar toda tu leche ¿Qué pasa cuando nos olvidamos de nuestro aventurero interno? Solía pensar que algunos adultos eran zombies de las decisiones que habían tomado, y como tales seguían a la multitud, dejando sus colores infantiles con cada paso que daban. Yo no quería que eso me pase a mí, pero no sabía qué hacer ¿protestar para dejar de crecer? ¿patalear para ser una niña otra vez? ¿qué cosas hacía de niña que me hacían sentir bien? No quería olvidar a la pequeña y traviesa Giuli que aprendió muchas cosas valiosas que ahora me son útiles. Así que recordé canciones, sí, porque con cada canción uno lo asocia a un determinado momento y sensación... busqué dibujos y animes que veía de pequeña y vinieron a mí un sin fin de recuerdos y las ganas de llorar me abundaron. No sólo recordé a esa niña, sino que la abracé dentro de mí, porque sabía que estaría segura si la tenía presente siempre; ella, con su chispa de alegría.

Muchas veces solemos olvidar de que lo que somos, es gracias a las situaciones que hemos atravesado; que los recursos que usamos, nos funcionan porque los venimos utilizando desde que los hicimos nuestros de pequeños. ¿Por qué nos encariñamos rápido con algo o alguien? Quizá sea porque de algún modo se nos hace conocido, y queremos revivir ese sentimiento. Los gatos, por ejemplo, sólo comen lo que de pequeños les dieron de comer.

Tomémonos un tiempo para retrocedes en el tiempo, encontrarte con tu niño interno y abrazarlo, decirle que todo estará bien y darle las gracias por recordarte la inocencia y las ganas de crecer que tenía para realizar de verdad todos esos juegos que amaba.


(Escuchaba esta canción mientras escribía)

Sonríe y abre tu mente...

sábado, 3 de enero de 2015

"¿Alguien tiene alguna pregunta?"

Me ha pasado, y se que a ti también. Sí, tú, quien me está leyendo.... bueno, no a mí, sino a esta entrada de mi blog ("blog" es una palabra rara... ¡ay! me voy por las ramas) ¡Te ha pasado! que cuando estás escuchando algún discurso/ponencia/clase/quéseyo muy atento (obvio) tratando de asimilar lo que oyes, y durante ese proceso tu mente comienza a desarrollar preguntas que al oir la frase "¿alguna pregunta?" ¡desaparecen! ...si no te ha pasado por lo menos una vez: No eres humano. ¿Por qué? Pues porque lo digo yo y punto.
Se me hace curioso, y hoy me pongo a pensar en ello al ver una entrevista a una persona que admiro mucho y de quien hablé en mi anterior post. Recordé que ella pedía preguntas, se notaba que tenía muchas ganas de aclarar muchos puntos que todos sabíamos que existían, pero que curiosamente no aparecían... ¿Se habrán escondido? ¿Se habrán trabado? ¿Por qué yo tampoco pregunté?
Quizá fue un "¡Ay! ¿y si es algo tonto? ¿y si ya lo mencionó pero no me acuerdo? ¿Y si me constesta mal?" para mí, lo curioso, es que cada que aparecía una pregunta en mi cabeza (en dónde más, pues) me la respondía yo solita y ya no sentía la necesidad de levantar la mano... o quizá es que no recordaba la pregunta que sabía que había formulado antes... ksdjfs no sé, y es una sensación media rara que combina varias emociones - frustración, ansiedad, miedo - es una segregación de adrenalina a full... o por lo menos eso me pasa a mí, porque he visto a la gente fresca (así llamo yo a aquellos seres que les llega las miradas, el qué dirán, las choteadas, tal vez porque se creen "superiores" al ser tan narcisistas que necesitan darse a conocer, o porque realmente tienen amplios conocimientos intelecual y socialmente hablando que les permite explayarse en lo que les viene en gana... ¡ay! me fui por las ramas otra vez) que sale y habla y pregunta y dicen un montón de cosas (algunos sin contenido otros con un contenido que te deja boquiabierto) Y yo me quedo "yo también quiero levantar la mano y hacer una pregunta "inteligente" y que todos se queden mirándome como que "Oooh ella sabe" ¡PERO NO! ¡Porque o me contesto yo sola o me olvido la pregunta! Entonces, para la próxima me aferro a la pregunta y no la dejo ir y no la dejo ir y mi ansiedad aumenta y aumenta y mis piernas se mueven y me sudan las manos (¡joder! se me va a resbalar el micrófono) y mi cabeza me duele y ya no aguanto más y ¡Pucha! ¡Vaya patología! ("Pucha" también es una palabra/expresión rara, no se preocupen, acudo a una psicóloga) 

Y... ¿Entonces qué hago?
En primer lugar, no soy quién para decirte lo que deberías hacer, porque tampoco he encontrado dicha respuesta - a pesar del "oh, pero ya casi eres psicóloga... deberías saberlo" - No. 
En segundo lugar, no hay un cómo, no hay un manual de autoayuda para hacer bien una pregunta. No.
Y en tercer lugar, no creo que eso sea lo que buscas al leer esta entrada. No. (No sé porqué la gente siempre acaba en un "y tercer lugar" ¡hay más números, gente!)

Quizá te haya servido esta mini introspección que tuve al recordar aquellos momentos de inseguridad en los que quise preguntar pero no sabía cómo, quizá no. Pero también hay momentos en los que te armas de valor y levantas la mano y ¡Oh, milagro! las palabras fluyen al hablarlas, por eso la comunicación verbal es un arma poderosa.

Hoy te digo, no hagas siempre lo que te dicen, a no ser que realmente sepas que es algo que necesitas hacer/mejorar/cambiar. 
Sonríe :) 
¿Escuchaste? Eso es para tí ;)